¿Que fue la cultura azteca?

Se conoce como los aztecas, tenochcas o mexicas a uno de los más conocidos pueblos mesoamericanos de la época precolombina. Fueron los fundadores de la entidad político-territorial más grande y poderosa de la región hasta la llegada de los conquistadores españoles en el siglo XV: el Imperio azteca, ubicado en la región centro-sur del actual. El Imperio azteca surgió en apenas 200 años, gobernó y colonizó la región central mesoamericana en una triple alianza entre los pueblos de Texcoco (acolhuas), Tlacopan (tepanecas) y México-Tenochtitlán. De hecho, Tenochtitlán fue la capital del Imperio completo.




Cada una de estas poblaciones era un altépetl distinto, es decir, una instancia política, social y religiosa organizada. En su conjunto conformaban un mismo Estado que invadió, esclavizó y controló a los pueblos vecinos, imponiéndoles entre otras cosas su lengua (el náhuatl) y su religión (el culto al dios solar y guerrero Huitzilopochtli).

Por eso, una vez llegados los ejércitos conquistadores en el siglo XV, fue muy sencillo convencer a las poblaciones rivales de aliarse con los europeos en la guerra contra los aztecas. Esta fue la decisión tanto de tlaxcaltecas como totonacas, a pesar de que después ellos mismos compartieran el destino de sometimiento y exterminio que puso fin a la cultura mexica.

Se estima que, para el momento de su caída, el Imperio azteca contaba con unos 22 millones de personas y con una densidad poblacional de 72,3 habitantes por kilómetro cuadrado (a lo largo de 304.325 kilómetros de superficie).



Características generales de la cultura azteca


Los aztecas eran un pueblo fundamentalmente guerrero y religioso, cuyo patrono principal era el dios Sol, Huitzilopochtli. A su nombre hacían sacrificios humanos, con los guerreros de las etnias conquistadas, a las que además imponían un sistema de impuestos que centralizaba en Tenochtitlán la mayor cantidad de riquezas posible.

Su carácter belicista se reflejaba en sus vestimentas, adornadas con plumas y otros adornos que mostraban además la jerarquía del individuo dentro de la sociedad. Dominaban un tipo de metalurgia prehispánica basada en bronce, oro, plata y obsidiana, con el que confeccionaban ornamentos y armas para la guerra.

Poseían también una escritura pictográfica que cumplía fines de documentación, un sistema métrico propio con el que desarrollaron numerosas obras arquitectónicas, y un sistema astronómico basado en la observación del Sol, la Luna y Venus.

Su imperio heredó tendencias culturales de culturas precedentes, como los teotihuacanos. De hecho, hicieron de Teotihuacán, ya abandonada y en ruinas, un lugar de peregrinaje religioso en el que llevar a cabo ritos y ofrendas humanas: varones al dios Sol, mujeres a la diosa Luna.
Organización política y social de los aztecas

La sociedad mexica se dividía en veinte clanes o calpullis, vinculados entre sí por parentesco, división territorial y la práctica religiosa, esta última inseparable del arte de la guerra. Cada clan tenía una autoridad o calpullec, un territorio asignado y un templo propio. Incluía personas de las tres clases sociales:

Nobles guerreros (pipiltin). Controlaban el gobierno y la religión, dado el carácter teocrático de la sociedad mexica.

Plebeyos (macehualtin). Comprendían artesanos, campesinos y comerciantes del pueblo llano.

Esclavos (tlatlacohtin). Generalmente eran prisioneros de guerra, criminales o ciudadanos que pagaban mediante la servidumbre grandes deudas a terceros.

En cada altépetl se ejercía la justicia local y administrativa mediante instituciones designadas para ello. Por otro lado, los problemas irresolubles podían elevarse a tribunales judiciales en México-Tenochtitlán y Texcoco.

Allí, la justicia era impartida en el propio palacio real por parte de las autoridades. Sin embargo, entre el pueblo llano la impartía un tecutli o juez de elección popular, que estaba en funciones durante un año.

Por encima del tecutli estaba un tribunal de tres jueces vitalicios, designados por el asesor encargado del ejecutivo o cihuacóatl, quien servía de consejero a la autoridad política máxima del Imperio, el huey-tlatoani. Este último era electo, a su vez, de entre la nobleza de los clanes de la sociedad, por un concejo integrado por representantes de cada clan.




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